Lentamente, de forma casi secreta, en 2008, se extinguió la vida de una leyenda del siglo XX. Se apagó la vida real del hombre y el actor y nació el mito de celuloide y virtualidad, hecho de sueños y sentimientos. A sus 83 años, sin apenas dar entrada en su lugar de descanso más que a unos cuantos íntimos, Paul Newman entró en la inmortalidad de las estrellas.
¿Por dónde empezar su semblanza? ¿Quizás por esa secuencia de Emmanuel en la que una mujer se masturba con una fotografía de Newman? ¿O por aquel día de gloria de 1979, cuando, sobre su Porsche 935 y al lado del alemán Rolf Stommelen, quedó segundo en las 24 horas de Le Mans? ¿O por el día terrible en el que su hijo mayor Scott, preso de las drogas, pidió permiso para ir al servicio y nunca regresó? ¿O por aquellos gloriosos momentos, junto a sus amigos Liz Taylor y Robert Redford, en películas inolvidables? ¿O por el día que recibió el Oscar honorífico en 1985? ¿O por aquella jornada de 1978, en las Naciones Unidas, cuando representó a los Estados Unidos en la Conferencia de Desarme?
Destellos de una vida rica e inquieta. Momentos en la existencia de alguien que fue mucho más que un actor. Símbolo sexual de una época, imagen insustituible de la gran pantalla, presencia continua en papel satinado,en muchas páginas de revista. Como dijo su colega Akira Kurosawa: “qué bueno es morir después de haber vivido mucho y trabajado mucho”. Hijo de un judío de origen alemán, propietario de un negocio de artículos deportivos y de una mujer católica de origen húngaro, Paul Newman nació el 26 de enero de 1925 en Cleveland (Ohio).
Desde los 15 años formó parte de los grupos teatrales universitarios (Cleveland Playhouse) y tan sólo hizo un paréntesis juvenil en su vocación profesional para incorporarse como radiotelegrafista a la Navy Air Corps durante la Segunda guerra Mundial. Tras la firma de la paz, Newman volvió a casa y comenzó sus estudios en el Kenyon College de Ohio, donde estudió Literatura Inglesa, Ciencias Económicas y Arte Dramático. Aún hará algún curso en la escuela dramática de Yale y, en 1953, entra en el famoso Actor’s Studio de Elia Kazan y Lee Strasberg.