BANDO SONORO: LA IMPORTANCIA DE LOS MOTIVOS

Por Federico Lechner

            Los recientes premios Goya han confirmado al músico Alberto Iglesias no sólo como el compositor más laureado del cine español, sino también como la persona que más Premios Goya ha ganado hasta el momento.

            Además de esa serie de serias cabezas que deben vigilar su casa o su estudio, Iglesias ha ganado unos cuantos premios internacionales, como el Premio Nacional de Cinematografía, 3 Premios del Cine Europeo, 2 “World Soundtrack Awards” y otros, y ha sido nominado en 3 ocasiones a los Oscar, 3 a los BAFTA y una a los Globos de Oro.

            Todos estos reconocimientos de la industria y de sus pares, así como sus colaboraciones con una serie de grandes directores como Pedro Almodóvar, Julio Médem, Bigas Luna, Ridley Scott, John Malkovich, Fernando Meirelles, Steven Soderbergh y un largo etcétera, lo colocan sin duda como uno de los autores de bandas sonoras más importantes de la actualidad.

            Una vez asumido y dicho esto, me encuentro muy extrañado por el hecho de no recordar ni uno solo de sus motivos musicales. Es verdad que no he visto todas las películas a las que ha puesto música, pero sí un número importante de ellas, y de algunas que no he visto estoy escuchando algunas muestras en trailers y videos que pueden encontrarse fácilmente en internet.

            En ediciones anteriores de esta columna he puesto de manifiesto la importancia que para mí tienen los “motivos” en una banda sonora y sus porqués. No hace falta ser ningún experto para, haciendo un barrido por la historia del cine, encontrar a los principales músicos que han escrito para el séptimo arte y enseguida recordar sus motivos musicales y vincularlos a las películas para las que las compusieron, e incluso que se nos vengan a la memoria escenas de la misma que se acompañaron con sus compases.

            En otra edición reciente de estos “bandos sonoros” también cité el caso del también reconocidísimo y laureado Alexander Desplat como otro músico del cual no podía recordar ningún motivo, y además lo débiles que me parecían.

            Es obvio que tanto en el caso de Desplat como el de Iglesias estamos ante dos músicos con un enorme oficio, un gran conocimiento tanto de la música como de la música para cine, y un enorme buen gusto para la orquestación y el tratamiento de los distintos timbres y recursos sonoros al alcance de un compositor de cine. Es obvio también que cuando han repetido con tantos directores de prestigio es porque estos se han sentido satisfechos por el papel que la banda sonora creada cumplía en sus películas.

            Es por todo esto por lo que no dejo de preguntarme por qué la inspiración melódica tanto de Desplat como de Iglesias no están a la altura de su oficio, de sus galardones y de su prestigio. Tengo muy fresca en mi memoria la película “Dolor y Gloria”, con la que consiguió Alberto Iglesias su más reciente Goya. La música, con una brillante orquestación, unas texturas muy bien logradas y un uso solista de los instrumentos preciosista y acertado, me pareció más acorde con un documental que con una película con acción y argumento. Quizás la falta de motivos sea justamente la culpable de eso.

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