Por Manuel Ligero.
Los gigantes tecnológicos han asfixiado al pequeño comercio, han precarizado el trabajo asalariado, han expulsado al vecindario del centro de las ciudades, han obtenidos enormes rebajas fiscales pagando sus impuestos en el extranjero (con lo que han debilitado los servicios públicos) y han disparado la desigualdad gracias a su propensión monopolística. Durante los meses más duros del confinamiento provocado por la COVID-19, mientras miles de negocios se iban a la quiebra en todo el mundo, alguien estaba amasando una fortuna formidable mediante un viejo procedimiento: “el que gana se lo lleva todo”. Y ese alguien, lo han adivinado, es Amazon. ¿Pero se lo ha llevado todo? ¿Absolutamente todo? No, todo no. Aún hay gente que resiste, como por ejemplo los libreros y las libreras.
Muchos de ellos se han agrupado en torno a una plataforma para competir/sobrevivir frente al cíclope devorador de negocios. La plataforma en cuestión se llama todostuslibros.com y reúne (por el momento) a 170 librerías independientes de toda España. La web no solo te da la oportunidad de comprar un libro sino de decidir a quién se lo compras. Tiene un directorio ordenado por provincias y comunidades autónomas para escoger la opción más cercana o más afín a las inquietudes de la lectora o el lector.
La plataforma no es nueva. Existe desde 2011 como buscador bibliográfico, pero no ha sido hasta ahora cuando ha dado el salto definitivo al comercio online. Tiene 1,6 millones de libros disponibles y cuenta con 29.400 usuarios registrados. Y subiendo. Permite comprar libros por correo pero también reservarlos para recogerlos en la tienda y no perder el cara a cara con los profesionales del sector. “Queríamos estar presentes en el comercio electrónico pero queríamos hacerlo con nuestro propio modelo, trasladando lo mejor de las librerías al espacio digital y creemos que lo hemos conseguido”, asegura Álvaro Manso, portavoz de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), en la web de la agrupación.
El problema de la voracidad de Amazon (que afecta a la vida de la ciudadanía y a las propias arcas de los Estados) ha llegado ya a la esfera política. La ministra de Cultura de Francia, Roselyne Bachelot, no tuvo reparos en criticar públicamente al gigante tecnológico: “Amazon se está atiborrando y está en nuestras manos no atiborrarles”. Junto a ella, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, pidió que no se cerraran las librerías durante el confinamiento parcial que estos días está viviendo el país e hizo una recomendación: “Se lo digo a las parisinas y los parisinos: de verdad, no compréis en Amazon. Amazon es la muerte de nuestras librerías y de nuestra vida de barrio”.
Desde hace una década, Francia cuenta con una plataforma similar a todostuslibros.com para comprar libros online en establecimientos independientes o para encargarlos y recogerlos en la librería: lalibrairie.com.
Pero la resistencia a Amazon no ha despuntado únicamente en un país tan apegado a su excepción cultural como Francia. De hecho, en el mercado anglosajón existe desde principios de año bookshop.org, una iniciativa surgida en Estados Unidos para esquivar a la empresa de Jeff Bezos y apoyar a los libreros independientes locales. La plataforma, fundada por Andy Hunter, empezó inicialmente dando soporte online a 250 librerías y hoy ampara a más de 900. Un crecimiento vertiginoso debido a la pandemia de la COVID-19 que, a la postre, ha acabado acelerando su salto al Reino Unido. Las prisas, según explica Hunter en las páginas de The Guardian, se deben a la inminente campaña de Navidad: “Si no estás allí antes de Navidad y le das a la gente una manera de apoyar sus negocios locales y de comprar sus libros para regalo, la situación sería catastrófica para las tiendas”.
Los libreros británicos han acogido la idea con entusiasmo. Uno de ellos, Andy Rossiter, del condado de Herefordshire, explicaba la situación de forma enormemente gráfica: “Desde hace muchos años, ser librero independiente es una pelea entre David y Goliat. Por eso ahora uno se siente un poco desconcertado cuando alguien, por fin, te quita la honda y pone en tus manos un bazuca”.