Ópera prima de Estefanía Cortés estrenada en la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Este drama con pequeños toques de thriller ofrece una nueva visión sobre el valor de la vida y la eutanasia desde un punto de vista único y diferente que incita al espectador a la reflexión. Este largometraje ha participado en la categoría de punto de encuentro, siendo una de las revelaciones a nivel nacional.
La historia se centra en una joven llamada Marina (Charlotte Vega) la cual se adentra a un programa que se llama Edén, donde una empresa clandestina lleva a sus clientes a una casa en medio de la naturaleza para acabar con su vida. Allí coincide con tres personas más: Lidia (Marta Nieto), una mujer con problemas de personalidad; Félix (Ramón Barea) un anciano que quiere ahorrar el mal trago a su familia de su enfermedad; y Víctor (Israel Elejalde) un hombre solitario y serio alejado del mundo que oculta algo. En esas últimas horas de vida, Marina, se enfrentará a su pasado y su culpa conviviendo con tres extraños que le harán replantearse su decisión sobre querer morir y los cuales le harán ver que no es tan difícil escapar de la muerte.
Tal vez uno de los puntos en los que falla es el guion. Simple y en ocasiones predecible, nos encontramos con una historia de tres actos en la que algunos de sus puntos de giro son forzados, como cuando la protagonista pretende salir de la casa rompiendo una ventana con un escobillo de plástico. Por otra parte, muchos diálogos son poco creíbles y forzados, como cuando Víctor quiere saber por qué Marina está ahí. A pesar de ello se aprecia una mejora de a partir del primer acto, aunque ciertos momentos que no consiguen encajar a la perfección.
Edén muestra de una forma terrorífica la mente humana, donde la falta de humildad y la culpabilidad son los elementos clave para que una persona desee morir
Otro de los grandes fallos es el sonido, la sincronización de éste y el montaje. En varias ocasiones del film no se escucha correctamente o se escucha como si hubieran grabado con dos micrófonos, desincronizándose incluso con la imagen. Esto ocurre por igual en determinadas ocasiones con el montaje, donde la duración del plano-contraplano no permite al espectador observar las expresiones de los personajes. Ambos elementos provocan que el espectador salga de la historia y se dé cuenta del artificio cinematográfico.
A parte de estos detalles, es necesario resaltar la dirección y la idea de Cortés, la cual se puede ver cómo ha ido evolucionando a través del propio film y cuya idea llega a buen puerto gracias a la maravillosa dirección de fotografía de Pedro Vendrell. A partir de planos partidos a través de elementos de la casa como por ejemplo la forma de cristales o el uso de diferentes focales para dividir el espacio en función de la necesidad narrativa se consigue que la película cobre vida, siendo uno de los mayores aciertos de todo el film junto a la elección de localizaciones.
En lo que se refiere a las interpretaciones de los cuatro protagonistas quienes más resaltan y para bien son las de Charlotte Vega y Ramón Barea, los cuales consiguen la empatía y el cariño del público, sin duda dos aciertos grandes que hacen que el film brille y cobre vida. En lo que se refiere a Marta Nieto su papel de pequeño demonio que intenta que Marina acabe con su vida lo cumple a la perfección, sin embargo, no acaba de conseguir que se entienda a su personaje, algo que le pasa lo mismo a Israel Elejalde.
Edén es una película que destaca en muchos puntos, pero que se ahoga en otros. A pesar de su apariencia simple, este film esconde varios niveles de profundidad y de referentes que dan lugar a una obra llena de matices que en ocasiones no se consiguen culminar como por ejemplo la referencia a la ópera La novia de Lammermoor o a Parásitos. Aun así, se consigue de este film algo recordable, incitándote a pensar y reflexionar sobre la vida y la eutanasia.