John McTiernan es el director que supo cincelar clásicos pop de la industria del cine como Jungla de Cristal, La caza del Octubre rojo, El último gran héroe, Depredador o El secreto de Thomas Crown. Encarcelado en 2013 por escuchas ilegales su carrera sufrió 20 años sin volver a los sets, se ilusiona con regresar y, por lo pronto, lo hizo con una master-class en la 37 edición del Festival de Cine de Mar del Plata.
Camina por las salas del festival marplatense como un vaquero que ha sobrevivido a varios duelos. Parece hosco, y bastante distante, aunque luego en la charla se distiende y celebra las ovaciones del público que, asimismo, festeja su presencia como si se tratara de un gol del mismísimo Lionel Messi. Es John McTiernan, un director que supo construir de manera continua una carrera ascendente de éxitos en Hollywood, al que brindó varios clásicos recientes. Pero todo empezó a convertirse en un descenso a los infiernos con Rollerball, cuando el realizador contrató a un investigador privado para que espiase al productor Charles Roven. Conocido el caso, y con miles de subtramas propias de un gran thriller para la pantalla, McTiernan fue condenado a un año de cárcel y a pagar una multa de 100.000 dólares. Pero lo más notorio es que, desde entonces, Hollywood le dió la espalda y hace dos décadas que no ha logrado encaminar un proyecto que lo devolviera a los primeros planos que supo ostentar. Quizás el principio de la resurrección sea su paso por el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, “Hasta mediados de los ‘90 los grandes estudios eran dirigidos por personas que sabían de cine o por gente inteligente a la que le importaba difundir una cultura en el mundo, pero en ese momento fueron comprados por los bancos y las corporaciones.
Gente que no estaba interesada en el cine, sino que eran meros supervisores que trabajaban para proteger los intereses de los más ricos y garantizar la mayor cantidad de ganancias para sus inversores”, señaló en un momento saliente de su Master-Class realizada en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. “Me di cuenta, cuando estaba estudiando en la Escuela de Cine, descubrí que conocía películas de hacía veinte años atrás en ese momento. Y el motivo era el siguiente, mi mamá era una persona muy energética, muy ambiciosa, pero su esposo no la dejaba ir a trabajar y esto la ponía sumamente triste y se aburría horrores solamente cuidando a sus hijos. Entonces ¿que comenzó a hacer? Me di cuenta que entre los dos años y medio y los seis años mi mamá me llevaba al cine, porque eso es lo que ella hacía cuando estaba muerta de aburrimiento. No me llevaba a ver películas para chicos, me llevaba a ver películas con Elizabeth Taylor y todas las películas de los años ‘50. Películas muy cargadas. Ustedes conocen la teoría que dice que se requieren diez mil horas de concentración para hacerse habilidoso en algo y me di cuenta que las primeras miles de horas me las había dado mi mamá por esta costumbre de llevarme al cine”, dijo McTiernan en un Club Español absolutamente colmado en su capacidad y con mucha gente que quedó fuera. Consultado por sus inicios en el cine, McTiernan confirmó que fue a ver La noche americana de Truffaut: “Había un cine que pasaba cine-arte, como se le decía en ese momento, en Broadway, y me pasé varios días viendo estas películas y creo que pude llegar a una conclusión, a una definición simple pero específica de lo que es una película. Se trata de una serie de imágenes en un orden específico”, confirmó para luego agregar la poderosa influencia que en su carrera tuvo el prestigioso realizador checo Jan Kádar, ganador del Oscar y exiliado en Estados Unidos luego de la invasión soviética en 1968 a Checoslovaquia: “Él fue el que me instó a avanzar y me enseñó a ver películas. Y me dediqué a investigar, así por ejemplo veía La naranja mecánica de Stanley Kubrick, y tenía que contar los planos, las escenas, y los movimientos de cámara, y los escribía hasta memorizarlos. Por ejemplo, la película tiene 620 planos”, sintetizó para revelar que luego es un truco que utiliza para “impresionar a la gente”, refiriendo que la única película que lamenta no haber aceptado hacer fue Braveheart por haber llegado al proyecto a través de un guionista “arrogante”. Sobre Depredador dijo que estaba muy contento con el guión: “porque era sencillo e inocente. Era imposible equivocarse y la pensaba de un punto de vista pochoclero, pensaba que a la audiencia le iba a gustar. Y no era muy difícil hacerlo bien”, sostuvo al igual que referirse a Jungla de cristal como un “quiebre en el cine de acción”, y añadió que “pude involucrarme en Depredador en las escena de acción y todo se quedaron sorprendidos con lo que se podía lograr en una cinta de este tipo. Y en Jungla de Cristal pude hacer todas las escenas yo mismo”, confirmó.
La charla, extensa, no privó a John McTiernan referirse a sus visitas a la Argentina, sus anhelos de rodar en el país y los deseos de volver a los sets. Por lo pronto volvió a las salas donde multitudes de jóvenes aullaron al verlo como una auténtica estrella de rock. Así sucedió cuando presentó tanto Jungla de Cristal (conocida en la Argentina como Duro de matar), como Depredador, la última fue al filo de la medianoche con un film que culminaría su proyección a los 2 de la mañana. En Jungla de Cristal contó una anécdota de Depredador asegurando que contaría entonces la anécdota restante al día siguiente. El público no lo olvidó y así la función culminó cuando las calles de Mar del Plata solo eran visitadas por el viento del mar.