Cecilia Roth y Maricel Alvarez presentaron Conversaciones sobre el odio en Punta del Este.

PUNTA DEL ESTE – Tan sólo 24 horas antes había recibido el premio a la trayectoria del 25 Festival Internacional de Cine de Punta del Este. El compilado de imágenes remitía, entre otras, a las películas que rodó con el argentino Adolfo Aristarain y con el español Pedro Almodóvar. Así, a dos orillas, transcurre la trayectoria artística de la gran Cecilia Roth que se presentó nuevamente en el escenario del cine-teatro Cantegril para introducir junto a Maricel Alvarez la película Conversaciones sobre el odio, de Vera Fogwill, que ambas protagonizan de manera excluyente. El film, que luego de su premiere internacional en el Festival de Cine de Tallin, Estonia, y de su premiere sudamericana en el Festival de Cine de Punta del Este, llegará a España de la mano del Festival de Málaga en el próximo mes de marzo. “La película se estrenaba por primera vez en un país hispanoparlante. Esto para nosotros era muy importante porque, bueno, la única experiencia previa que teníamos con el público fue el pase en Estonia y el feed-back fue muy dificil de desentrañar, de comprender. Si bien habíamos tenido algún acercamiento con el público, no habiamos podido compartir lo suficiente como para entender como se recibe esta pelìcula”, confirmaba ante la prensa acreditada la actriz Maricel Alvarez sobre la presentación de esta singular película que fue rodada en un piso de Madrid en tan sólo cinco arduas y calurosas jornadas. “Recordaba las cinco noches que rodamos la película en Madrid con un calor insoportable en un estado muy particular al que teníamos que abordar, abiertas y absolutamente entregadas. Sabíamos que era un laboratorio, y nos descubrimos allí. No habíamos ensayado. Venía de un trabajo que había terminado dos días antes, Maricel pudo hablar más por zoom, dado que ambas estábamos en Buenos Aires. Largamos apenas llegamos y tuvo la ventaja particular de no ponerle trabas a la cosa, era tirarte al abismo sin miedo”, confirma Cecilia Roth sobre una película que en un piso casi claustrofóbico y caótico sirve como marco de acción para el reencuentro de dos amigas distanciadas durante una década a las que las reúne nuevamente la tragedia de la enfermedad y que, en el caso específico del personaje de Roth, una actriz atravesada por la enfermedad física y psíquica llamada no casualmente Deborah, tiene una construcción donde lo arrollador de la tragedia y el profundo drama no oculta empero la oportunidad del sarcasmo y la ironía. “Es una daga”, dice Roth cuando le señalan el humor presente en la película que centra su relato en estos dos únicos personajes vinculados en una relación tóxica. Sorprende conocer que Maricel Alvarez y Vera Fogwill se conocen desde tiempos de estudio en el Colegio Secundario Nicolás Avellaneda, de Argentina, y fue mucho el tiempo transcurrido, pero no la falta de afecto, para que llegara la posibilidad de trabajo conjunto. “Fue mutua la manifestación de afecto y de deseo de hacer algo juntas… es como un homenaje a Vera mi actuación”, añade Alvarez sobre los años de reconocimiento de trayectorias que

finalmente se encuentran. “Hay una historia real que no es exactamente la que se cuenta pero hay una historia real que sostiene lo que no sucedió en la realidad de la vida pero que hubiera podido suceder porque ese encuentro diez años más tarde no existió. Mi Deborah no la pense ni quise acercarme a pensar de quien se trataba sabiéndolo”, confirma Roth sobre la recreación de la vida paralela a la real que se es la que aparece en la pantalla. “Yo la conozco a Vera hace mucho tiempo también, de hecho me ofreció un papel en su primera película que no pude hacer. Mi padre y su padre se conocían de hacía muchísimos años, trabajaron juntos y hay una historia de escuchar su nombre y después de conocerla, con enorme admiración porque es una de las artistas más originales, honestas y profundas que hay en este momento en la Argentina aunque esta viviendo en este momento en Madrid”, singulariza Cecilia Roth su admiración por la dirección que Fogwill tomó en Conversaciones sobre el odio y cuyo guión no esconde referencias críticas al mundo del cine desde lugares no complacientes sin temer a una política de la cancelación en esta “película sobre películas”, dice Roth, sobre esas dos mujeres que se dedican al cine en ese espacio opresivo que se construye en el set de filmación. Ante la pregunta de CineArte sobre los ecos y referencias culturales entrecruzadas que incluye Conversaciones sobre el odio, con sus referencias explicitas o implicitas, Cecilia Roth considera que: “Todas las referencias hay que tenerlas hasta que comenzas a filmar. Todas estas referencias son absolutamente highlights en la historia que ayudan muchísimo. Ayuda muchisimo Cassavettes, ayuda muchísimo Bergman, pero en el momento en el que empezas a trabajar la referencia es lo que tenes al lado. Creo que se ve todo eso sin pensar en eso y uno lleva encima una carga de referencias en la vida y creo que Vera fue muy honesta con las propias y las incluyó ahí en ese guión. El guión era absolutamente férreo, muy dificil y, de hecho, no pudimos llegar hasta el final del guión construido. En un momento hubo que despedirnos de algunas cosas y llegar al plan b que tenía Vera si no llegábamos a hacer la película en su totalidad. Cosa que pasó y que tenía certeza absoluta que iba a pasar porque es muy poco cinco días para tamaño desafío en todo sentido”, confirma Roth añadiendo que: “Enfrentarse a las palabras, que en este caso son acción, y no apurarse en las situaciones, momentos y engranajes de la historia para llegar a ese final posible o pensado al que yo, tenía la certeza, de que no íbamos a llegar. Era muy cansador lo que pasaba. Ayudaba muchísimo la locura que habia en el set a la construcción de la película”, dice Roth sobre ese recorrido personal, colectivo y como el resultado que se vivió en el Festival de Cine de Punta del Este. “Creo que si, que las citas son super certezas, sumaria quizás Fassbinder, Haneke y alguno más en esa corriente “cruel” en el cine que a mí me fascina y, sin dudas a Vera también, pero también pensando en tu reflexión creo que toda gran obra de arte es una cita o una gran cita o una acumulación de citas. Toda obra contiene, mas o menos explícitamente, un cúmulo de citas es en definitiva todo lo que el actor, el director, vio a lo largo de su vida y lo ha nutrido en terminos intelectuales y afectivos. Cuando digo citas, por supuesto, Fassbinder y Haneke pero también los

lugares y la gente que conocí. Vera es una esponja, sabe oir muy bien, escucha las conversaciones y toma nota mental y tiene una enorme capacidad para conversar aquello que ha oído porque sabe que puede ser potencial material de trabajo. Entonces cuando ella convoca una de esas conversaciones oídas también esta citando. Es una cita menos erudita en todo caso, pero es una cita al fin. Es interesante pensar eso, que somos una acumulación de todo lo que hemos aprendido, visto y asimilado con aquellas referencias que veneramos o con los artístas con los que discutimos. Esta obra es una celebración de todas las fuentes, de todas las citas y es de todas las obras con las cuales nos inspiramos. También adhiero a lo que dice Cecilia en lo que hay una cierta instancia en donde uno tiene que dejar eso de lado, en algún momento, para encontrar la voz propia y pensar como se aborda el material desde una perspectiva personal, subjetiva y el aporte distintivo”, añade una reflexiva Maricel Alvarez sobre las características creativas del arte contemporáneo y como se imbrica esa mirada en Conversaciones sobre el odio, la película con la cual el Festival Internacional de Cine de Punta del Este recibió a dos grandes actrices que junto con la realizadora trazan un puente distintivo entre la cultura rioplatense y la rica tradición del cine español que las celebra.

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