Entrevista a Rocío Mesa, directora de «Secaderos»

La directora Rocío Mesa posando delante de un secadero, como los que se muestran en su película "Secaderos", estrenada durante el pasado Festival Internacional de Cine de San Sebastián

“Me ha salido una película rural psicodélica, un costumbrismo lisérgico”

Rocío Mesa encabeza junto a grandes directoras del panorama español un nuevo cine de género con su película Secaderos, un drama rural de ficción que critica la urbanización de los terrenos rurales. Durante el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, Rocío dio una oportunidad de CineArte para hablar del estreno de su primera película de ficción.

¿Cómo te surgió la idea de Secaderos? ¿En qué momento decides expresar algo tan personal que tiene que ver con tu infancia y tu adolescencia?
Secaderos siempre ha estado en mí de alguna manera, pero no es una película autobiográfica. El crecer en la Vega de Granada y observar toda la tradición de cultivo de tabaco ha sido fundamental, surgiendo este film de un cúmulo de experiencias y sensaciones sobre cómo se percibe la naturaleza dependiendo de la edad. Yo he sido una niña salvaje que ha corrido por los secaderos de tabaco, y cuando veía esas construcciones arquitectónicas gigantes, para mí eran guaridas de monstruos que cuidaban de la tierra, siendo la semilla de creación de la criatura mágica. Cuando crecí, fui una adolescente de pueblo y en esa época es cuando dejé de ver esa magia de la naturaleza, porque lo único que anhelaba era salir de ahí y ver qué había afuera. Después como adulta he observado toda la extensión inmobiliaria en la Vega: cómo se han urbanizado terrenos agrarios, cómo ha desaparecido el cultivo de Tabaco a favor de otros cultivos y por lo tanto cómo ha desaparecido una cultura que había alrededor de esto. A raíz de todo esto me di cuenta de que era necesario contar esta historia, y por ser quien soy y como soy, una chica de pueblo rockera psicodélica que vive en Los Ángeles, pues al final me ha salido una película rural psicodélica, un costumbrismo lisérgico (se ríe).

A parte de ser la directora del film también eres la guionista ¿Desde el principio querías dirigir tu propia historia o barajaste la opción de que otra persona dirigiese este guion?
Yo concibo el cine desde un aspecto autoral, por lo que nunca me planteé que algo que puedes escribir tú lo dirija otra persona, para mí un proyecto cinematográfico es un todo: tú lo escribes y tú lo diriges. De todas maneras, normalmente le damos mucha importancia a la figura de dirección que sin duda es la que lleva el peso del proyecto, pero al final, aunque lo escribas y lo dirijas, como es en mi caso, hacer una película es un proyecto coral. Hay muchísimas personas aportando su pieza y si no hay talento en cada una de esas, el film no sale, es por ello que me siento muy afortunada de haber estado acompañada de un equipo de gente hermosísima que ha entendido la forma de hacer cine de la misma manera que yo.

Teniendo tanta variedad de puntos de vista ¿por qué decidiste focalizar la historia a través de los ojos de una adolescente y una niña?
Secaderos hace un juego de muñecas rusas en la que vemos múltiples voces de mujeres de varias generaciones que su estilo y elecciones de vida dependen de su vida en el mundo rural y urbano: la abuela, las dos madres que tienen la misma edad pero que una ha salido del pueblo y ha tenido a su hija muy mayor mientras que la otra se quedó se quedó embarazada muy joven… y por supuesto Vera y Nieves. Yo he decidido poner el foco en la niña y la adolescente porque son momentos vitales muy importantes: el amor absoluto a la naturaleza y el no ser capaz de ver la belleza de lo natural. Creo que cuando eres niña tienes una relación orgánica con la naturaleza, tu eres la naturaleza, no existe el miedo. Sin embargo, cuando eres adolescente dejas de comprender la naturaleza y empiezas a entrar en conflicto con ella porque tu biología te lleva a querer saber más, tienes preguntas y ese lugar pequeño como es el pueblo no te puede responder y por eso el momento lisérgico que tiene Nieves cuando toma LSD es capaz de volver a ver lo bello de lo natural y darse cuenta de todo lo que tenía delante de sus ojos.

Posiblemente lo más entrañable del film son las criaturas mágicas repletas de hojas de tabaco, ¿cómo surgió el diseño de las criaturas mágicas?
Cuando diseñamos las criaturas David Martín, Montse Rivé y yo, teníamos muy claro que queríamos crear una figura que representase la memoria colectiva y el espíritu de desaparición de ese cultivo. Era imprescindible que la criatura estuviese hecha de hojas de tabaco, inspirándonos en los procesos de la planta: Al plantarla es verde, pero por las características de este cultivo para comercializarlo se debe secar en los secaderos de tabaco, una vez allí la hoja pasa de ser verde a ser amarillo y finalmente marrón. Ese degradado a lo “mechas californianas” con el pequeño detalle de que tuviese además la flor de la planta de tabaco como antenas le dieron vida a estas criaturas. De forma cariñosa le apodamos “la Nico”, de Nicotina, realmente era la estrella del rodaje (se ríe).

La criatura no se comunica, únicamente realiza un grito a mitad del film, ¿de dónde surgió ese sonido tan característico?
Yo quería que cuando la criatura se enfadase porque venían los obreros de la construcción a destrozar el terreno agrario tenía que tener un sonido apabullante. Junto a los diseñadores de sonido, estuvimos jugando con diafonías y disfonías en los que mezclábamos sonidos agudos y graves. Cogíamos el mismo archivo de sonido y uno lo llevábamos a graves y el otro a agudos, y lo desincronizábamos, dando lugar a un eco como super extraño, dando lugar polifonías para representar a “La Nico”.

Fuisteis a tu pueblo a grabar, ¿Cómo fue la experiencia de que todo el mundo quería colaborar y ayudar?
No era exactamente mi pueblo donde grabamos. La Vega está formada por 41 municipios y fuimos a varios pueblos a grabar. Fue genial, toda la gente como nunca se había hecho una película por esa zona estaban muy ilusionados y se volcaron de una manera enternecedora, no les importaba que les cortásemos las calles para rodar, estaban pendientes de si necesitábamos algo… Todo el mundo se prestó y fue maravilloso. Muchos de los figurantes y la gente de reparto, eran gente cercana a mí como mis amigos de la infancia, sus padres, mis vecinos y realmente creo que cuando ruedas en lugares como Madrid, acostumbrados a los rodajes, no existe ese entusiasmo, pero cuando te vas a un entorno rural, para ellos el cine es mágico, se ilusionan y hay una especie de alegría colectiva por colaborar y eso se transmite a la película.


Hitchcock decía que no se debía trabajar ni con niños ni con animales ¿Cómo ha sido para ti la experiencia de trabajar con niños y actores no profesionales? 
La clave es que Hitchcock hacía un tipo de cine muy concreto y maravilloso, pero hay muchas formas de hacer cine y las mujeres de esta generación estamos haciendo otro cine que requiere de otros recursos y herramientas. En nuestro caso trabajar con actores no profesionales y de la zona era necesario, era imprescindible incluir ese acento granadino, a esos agricultores que saben manejar el tabaco, esa historia que yo iba a contar necesitaba que la sintiesen de verdad y eso solo me lo podían aportar este tipo de actores. En lo que se refiere a los niños para mi ha sido un regalo, porque si sabes hacer un buen casting te pueden dar mucha magia a la película, porque gracias a esa inocencia y que para ellos es un juego llevarlo a la gran pantalla hace de esta historia una fantasía. Lo que se refiere a los animales siempre que los respetes y los cuides y tengas un equipo que esté a favor de respetarlos y de cuidarlos y darles el espacio que necesitan también puede ser un regalo.

Es tu primera película de ficción, y has entrado en la categoría de Nuevos directores del Festival de San Sebastián, ¿qué ha supuesto para ti todo esto? 
Pues desde la humildad me siento muy agradecida porque la sección de nuevos directores es mi favorita de todo el Festival. Siempre estoy pendiente del nuevo cine que se hace, de las vanguardias, de las nuevas voces… es mi fetiche. Me gusta saber quién es la gente joven que está haciendo las cosas más sorprendentes e innovadoras, e incluso diferentes, y esta sección es la que cumple con todos estos requisitos. La llevo siguiendo todos los años e intentado verme todas las pelis de la sección y de repente verme aquí, es increíble.

Hay una visión crítica sobre la pérdida de la cultura de los secaderos ¿Cuál es tu intención a través de este film?Hay un discurso político de forma transversal que intenta decir que no se puede urbanizar LOS terrenos agrarios, porque son los que nos dan la riqueza y la comida que tenemos cada día. Si no queremos comer todos los días pepinos que vienen de Perú tenemos que empezar a cuidar nuestra tierra agraria, y para ello debemos comer nuestra comida local y alimentarnos de nuestra tierra. Por ello debemos cuidarla y dar el valor que le corresponde al sector primario, a las tierras de cultivo de regadío y no transformarlas en urbanizaciones y campos unifamiliares que es lo que ha pasado en la Vega.

Hay una temática común en el cine español que es la tierra, como por ejemplo As Bestas o Alcarrás… 
Carla Simón y yo creo que hemos tenido en común trabajar con actores no profesionales, hablar del amor por la tierra, de cómo está amenazada en su caso por los molinos eólicos y en mi caso por la expansión inmobiliaria, pero es muy bonito que sin saberlo tengamos estos temas comunes, eso significa que son temas que son importantes en nuestra sociedad actual y que hay que hablar de ellos.

¿Qué referencias e influencias has tenido a la hora de hacer la película?
Los referentes son mi propio imaginario, porque no es fácil ser de pueblo y ser rockera psicodélica al mismo tiempo. Por supuesto he tenido muchos referentes cinematográficos que me han inspirado y me han llenado a la hora de desarrollar el proyecto desde Kurosawa a Lucrecia Martel… todos esos referentes han estado muy presentes, pero también he tenido compañeras mías españolas que están haciendo cine. Actualmente estamos todas en un momento de colectividad creadora que tenemos imaginarios comunes de una forma natural e intrínseca. El panorama actual con Carla Simón, Isabel Coixet, Elena Riviera, Carlota Pereda… Se está dando un cine femenino en el que todas compartimos imaginarios comunes que parten de lo femenino y que hablamos de las cosas desde una mirada muy diferente a como se han hablado hasta ahora que realmente son mi inspiración a seguir haciendo cine.

¿Cuál es tu siguiente proyecto? ¿Tienes algo en mente?
Tengo varios proyectos en mente: un largometraje de nuevo en mi tierra, en concreto en Sierra Nevada; también estoy en proceso de escritura de un largometraje junto a una amiga que será una coproducción con Estados Unidos y se grabará en los Pirineos; y luego estoy trabajando en un cortometraje junto a una amiga mía que será la protagonista y con el que contaré nuevamente con actores no profesionales. Además, justo acabo de terminar de grabar una película experimental y estoy sacando tiempo para terminarla. No paro quieta.

¿Qué te ha cambiado personalmente el hacer esta película?
Pues me ha dado mucha sabiduría, he aprendido mucho. Al final cuando haces una primera película de ficción es como hacer tu primera película, porque que estás aprendiendo a hacer cine mientras haces cine. Nunca se deja de aprender, y ha sido un viaje emocional que me ha hecho crecer y madurar, pero tengo muchas ganas de hacer una segunda película de ficción y poner en práctica todo lo aprendido, para volver a equivocarme y aprender más.

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