Los Delincuentes es una película de Rodrigo Moreno, el director y guionista argentino de obras como Mala época (1998), El custodio (2006) o Réimon (2014). Considerado como uno de los padres de la corriente del nuevo cine argentino (iniciada a finales de los años noventa), Moreno presenta en el prestigioso Festival de Cannes Los Delincuentes, tras seis años desde su última película, Ciudad de provincia (2017).
La historia se centra en Morán y Román, dos empleados de un banco. Su vida aburrida y rutinaria los lleva a buscar libertad y aventuras, y esta
oportunidad se presenta cuando uno de los dos encuentra una solución, robar al banco para el que trabajan. A pesar de los riesgos que conlleva la operación, consiguen su objetivo, pero este robo será el inicio de un replanteamiento para ambos sobre qué es la libertad o qué es lo que buscan en la vida.
Nos encontramos con un metraje de tres horas diez, donde la narrativa, a pesar de ofrecer un gran planteamiento, no da un buen resultado final. El detonante de la historia es interesante, un robo de un banco por parte de dos empleados que buscan un cambio en su vida. Sin embargo, la historia a medida que se va desarrollando carece de sentido y se va enrevesando más y más hasta no llegar a ningún punto. Además, este inicio prometedor se derrumba por completo por el ritmo de la historia, lento y que más que llevar al espectador a la contemplación de la vida de los personajes y a sus reflexiones interiores, provoca una desconexión de la historia.
Los Delincuentes cuenta con un metraje de 187 minutos, uno de los más largos del Festival
Por otra parte, la división de la historia en tres actos, a pesar de parecer en un principio algo interesante, no se consigue comprender el porqué de esta elección narrativa. Tal vez hubiera sido más idóneo utilizar esa herramienta narrativa explícita para separar los dos puntos de vista de otra manera. Aun así, la elección de mostrar dos puntos de vista diferentes de la misma historia a través de los dos protagonistas, es uno de los grandes aciertos de todo el film. Cada personaje representa una ética moral con la que el espectador se puede identificar más o menos, pero se muestra de una forma extensa y en ocasiones repetitiva las dos caras de una misma moneda sobre las consecuencias de un acto. Si bien es interesante el planteamiento, si se hubiera recortado el metraje, se hubiera conseguido de una forma más efectiva el propósito de la dirección.
Los Delincuentes muestra lo mejor y lo peor de la condición humana, siguiendo la línea de Rodrigo Moreno
Sin duda uno de los espacios más recordados a lo largo del film es el interior del Banco, la dirección de arte y el diseño de producción. Son impecables y tienen una fuerte influencia de la decoración de Wes Anderson (especialmente en el interior del banco). Esa estética sesentera a través de los colores ocres nos transporta a esos lugares donde no pasa el tiempo, algo digno de alabar. Asimismo, toda esta estética se consigue a través del cuidado etalonaje y la bella elección de localizaciones que bajo la magnífica dirección de fotografía de Alejo Maglio se consigue transportar al espectador a este universo donde se desarrolla el film.
En cuanto a interpretación, quien más destaca es Esteban Bigliardi con su personaje Román, la interpretación del remordimiento y de la culpa son extraordinarias. Su sensibilidad, su forma de mirar y de transformar las situaciones en problemas internos son de las mejores interpretaciones de todo el Festival. Por otra parte, el otro protagonista, Daniel Elías, quien encarna a Morán, ese ve opacado por su compañero de reparto. Está más comedido en su papel, y por lo tanto hace de su personaje alguien incomprendido y más difícil de conectar provocando que haya un peso descompensado en determinadas partes de la película.
Sin duda, Los delincuentes es una película extraña, posiblemente su larga duración sea su mayor problema. Sin embargo, Moreno ha conseguido crear una obra siguiendo su estilo único sobre la condición humana y el planteamiento de cuestiones tan humanas como es la culpa y cómo actuaríamos cada persona, plasmando lo peor y lo mejor de nosotros mismos en la gran pantalla.