Película de la reconocida cineasta francesa Stéphanie Di Giusto, conocida por su película del 2016 La Danseuse, también seleccionada para la selección oficial del Festival de Cine de Cannes. Su gran recibimiento por parte de la crítica la han configurado dentro del cine francófono como una de las mejores creadoras de la nueva ola de cine francés, teniendo una gran habilidad para capturar la belleza del alma de los personajes, algo que refleja de nuevo en su película Rosalie.
1870, una mujer (Nadia Tereszkiewicz) es comprometida en matrimonio con un hombre (Benoît Magimel) al que no conoce ni ama. Su única esperanza al casarse es conseguir poder formar una familia. Ella guarda un secreto, el cual no será revelado a su marido hasta la noche de bodas, lo que transformará su vida radicalmente.
Nos encontramos con una historia única y bien narrada. Uno de los puntos a favor del film es que su tráiler no revela demasiados detalles sobre la trama y preparan al espectador a la aventura y el pleno disfrute del film. Esto es una ventaja pues al no obtener nada sobre la historia, no se sabe qué esperar. Lo único que se conoce es que es un drama histórico, el resto, es un manjar para la vista. La trama está bien compuesta, con un ritmo que va marcando los giros de guion y el crecimiento de los personajes. En Rosalie, todos y cada uno de ellos tienen un gran arco de transformación, siendo uno de los grandes aciertos de la propia Di Giusto junto a Alexandra Echkenazi y Sandrine Le Coustumer.
Rosalie es una historia sobre la incomprensión de aquellos que son diferentes, de los valientes que dan la cara
En lo que se refiere a la dirección de Stéphanie Di Giusto ha demostrado a lo largo de Rosalie su habilidad para capturar la belleza y la pasión a través de sus imágenes, así como su atención al detalle. El espectador no se da cuenta en ningún momento de su mano creadora y eso hace que sea única su dirección. Es atenta a todo lo que rodea a la historia y la concentra hasta tal punto de que conoce cada uno de los elementos que bailan al son de los personajes.
Las actuaciones de los protagonistas son creíbles, dramáticas, pero cada uno consigue llevar al espectador a un punto de no retorno. La historia marca y consigue llenar todo el espacio gracias a Benoît Magimel y Nadia Tereszkiewicz. En el caso de Magimel, su tozudez y su fuerza bruta consiguen acongojar al espectador, siendo su transformación increíble y acompañándole en todas y cada una de sus emociones, intentando comprender sus acciones y su viaje personal a través de la pantalla. Tereszkiewicz además de ser la cara de la película también es el alma de esta. Sus acciones, su pequeña fortaleza que van creciendo poco a poco dan pie a que los espectadores estén enganchados desde el primer segundo. Sobre todo, es la encarnación de su personaje y pocos actores son capaces de llenar tanto al espectador.
Rosalie es una de las películas de Cannes que se te quedan grabadas en la mente. Es perfecta.
La dirección de fotografía de Christos Voudouris junto a las órdenes de Di Giusto son acertadas en todo momento, por una parte, es necesario destacar la magnífica fotografía, cada plano cada secuencia merecen ser enmarcadas en un museo de la belleza que contienen. También es necesario hablar del etalonaje, algo esencial para la inmersión de la historia, colores tristes pero puros hacen que entren por los ojos cada detalle. Por otra parte, la elección de localizaciones es magníficas, son apenas diez espacios, pero están llenos de vida a través de la decoración y el mobiliario que a pesar de no poder apreciar si hay alguna incorrección histórica parecen tener una gran coherencia con los personajes que lo habitan.
Asimismo, es importante hablar de los departamentos de vestuario, maquillaje y peluquería. Son asombrosos los detalles y como hacen que todo parezca tan real que da miedo. Son los que hacen que las actuaciones y la dirección de todos los elementos cobren sentido. Simplemente Rosalie es una obra para disfrutarla, llena de una profunda emoción, empatía y una bella historia en la que los personajes descubren quiénes son, se reafirman y consiguen aceptarse a sí mismos. Un mensaje muy actual lleno de magia y sensibilidad que merece ser visto en todos los cines.